Me ha llamado mucho la atención un artículo que he leído hace poco en el blog es-robot.com, sobre unos robots muy simples, y su forma de resolver un problema relativamente complejo.
Los robots fueron creados por Kacie Kinzer, y constaban de un simple mecanismo de ruedas motorizadas, con una ligera apariencia antropomórfica (una caja de cartón donde dibujó unos ojos y una sonrisa) y un cartel/banderín que decía donde querían llegar. A estos se les dio la misión de cruzar el parque Washington (Nueva York) desde la esquina sudoeste a la esquina noreste. Para atestiguar los resultados, su creadora los seguía de cerca con una cámara oculta en el bolso y observaba las interacciones de los viandantes con sus máquinas.
El resultado, tras varias pruebas, según relata su creadora, fue que la gente ayudaba al robot a continuar por el camino correcto reorientándole cuando tomaba caminos equivocados o se atascaba contra algún obstáculo. Muchas de las pruebas que realizó tuvieron éxito, y el robot acabó cruzando el parque. Comenta en su página (Tweenbots.com), había casos como el de una persona reorientando al robot, le decía «No puedes ir por ahí, que eso es la carretera», como si diese por hecho que el robot albergaba alguna inteligencia.
Lo que me ha llamado la atención es que como se menciona en el blog donde encontré la noticia, el robot no aporta nada tecnológicamente, pero apunta en una dirección bien distinta a la que se está habituado a tomar a la hora de crear robots que resuelvan problemas. Esa dirección es la de interactuar con el ser humano.
Una máquina necesita de recursos tecnológicos muy avanzados, para poder cruzar ese parque sin ninguna ayuda. Sin embargo, los seres humanos en este caso son también un recurso con los que el robot puede interactuar para resolver problemas.
No es quizá conveniente crear robots que no tengan en cuenta a los seres humanos y todo lo que los envuelve (no me refiero a cosas materiales), es conveniente y quizá bastante necesario que los robots cuenten con los seres humanos para muchas de las tareas que se les encomienden. A no ser que estemos creando un robot para explorar otros planetas (donde evidentemente los seres humanos no forman parte del entorno del robot).
Y otro punto que quería destacar es el hecho de que a la hora de interactuar un humano con una máquina, la atribución de inteligencia que el ser humano hace a la máquina, viene dada por la empatía que genera la máquina con el humano, que a su vez viene dada por una mayor apariencia humana de la máquina/robot.
Este otro artículo, revela que así es, al igual que la respuesta de las personas que interactuaban con los tweenbots de Kacie Kinzer.
Esta tesis doctoral también pone de manifiesto el mismo hecho de interacción Máquina-Humano.